Empecemos por la definición. Según la RAE, propósito significa: “Ánimo o intención de hacer o de no hacer algo”. Este significado no varía mucho si pasamos al terreno de empresarial, de marketing o publicidad.
Entonces, concluimos en que el propósito de una compañía es la intención por el cual realiza acciones o por el cual lo desees hacer porque este propósito de marca siempre será su destino.
Depende. El propósito de tu marca puede ser un gran todo y también una gran nada. Porque por más que suene muy bonito, marketero o lo tengas hasta escrito en un tatuaje, las acciones que realice una marca sean de marketing, publicidad, sociales o de comunicación corporativa, deben responder al su propósito de marca. De otro modo te estarías canibalizando.
Pongamos un ejemplo para comprender mejor:
¿Qué pasa si un producto es comprado por aquellos a los que les motiva que no testeen productos en animales pero se enteran que la misma empresa que aman desea cerrar un albergue para perros para construir en su terreno? Así es: la fatalidad.
No debes dejar que se evidencie nunca una falta de conexión entre el propósito de tu empresa y sus acciones. Con ellos evitas un posible rechazo y mala reputación. Por eso, el propósito de marca tiene 2 caminos.
Este es el camino fácil, el atractivo, el que responde al “mira, ellos hicieron esto y les funcionó, hagámoslo”. Los que siguen una tendencia sin considerar el contexto ni los planes a largos plazo y que gritan solo para ser vistos por lo general no llegan lejos. Sí, la recompensa inmediata puede seducirte pero el precio de este es caer en lo mismo y ser una marca más del montón.
Felizmente, siempre hay otro camino.
Cada kilómetro de este camino cuesta, es emocionante y tiene que ser consecuente con el mensaje de la marca. Esto significa que cada acción a realizar debe tener en su ADN el propósito que dará vida a todo para lograr el reconocimiento, el logro de objetivos y estar presente en la vida del público, con un estilo propio.
La naturaleza nos da un ejemplo con la peculiaridad del mirlo. Este pájaro no desarrolla su canto copiando los sonidos que los rodean (como lo hace comúnmente las otras especies), sino, que desarrolla un canto inigualable. Lograr esa hazaña toma tiempo, pero cuando lo consigue, lo mantiene por el resto de su vida.
Y aunque todas las empresas tienen la intención de transitar este camino y ser como un mirlo, quieren lograrlo haciendo más de lo mismo.
Pregúntate quiénes son la razón de ser de tu empresa. Considera eso que tu marca les da y que nadie más puede. ¿Cómo les solucionas la vida? ¿Cómo alivias eso que les duele o que les molesta? ¿Y cómo era su vida antes de conocer tu marca? ¿Cómo tu trabajo ha cambiado su día a día? Responde estas preguntas con sinceridad y estarás más cerca de conocer el propósito de tu marca.
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